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Entrenar en cuarentena

Ayer volvimos a las prácticas antifascistas de boxeo, en un contexto distinto: al aire libre, cerca del cementerio (en el paredón a nuestras espaldas, un grafiti decía «Dios, Patria, Familia», y en otro color alguien le había agregado a cada palabra un signo de interrogación y había contestado: «Puro cuento»).

En un grupo de seis, sin barbijo, pero manteniendo las distancias. Todos compartíamos el hecho de estar expuestos al virus por nuestros trabajos. Boxeo sin contacto: entrenamiento físico, técnica, juego de sombras.

Salvo un compa de veinte años y el profe que venían haciendo ejercicio, acaso como estrategia de supervivencia en el aislamiento, a los otros en mayor o menor medida (volumen de panza, agitación) se nos notaban los rastros de la indulgencia (habernos refugiado en los placeres del chupi y el morfi). Igual, todos le metimos con intensidad y sin bajar los brazos a esa hora y pico de sol entre los árboles, transpiración, risas y comentarios entrecortados.

Extrañamos el bidón hediondo de agua clorada que compartíamos en el gimnasio (que nos habrá inmunizado a tantas pequeñas pestes), y hay que rescatarse de no tocarnos la cara y pasarnos alcohol después de hacer flexiones en el pasto o la calle. Pero si el clima acompaña un poco, seguiremos buscando formas de encuentro y de mantenernos fuertes y solidarios.

Viaje litoraleño

Misión jesuítica en Jesús de Tavarangüé (Py)

Muelle en San Cosme y San Damián (Py).

Bote en el Ypacaraí, Areguá, Py.

Ña Nena, en la alfarería Páez Monges, Areguá, Py.

Hornito alfarero de Ña Nena.

Domingo y Lorena en la Alfarería Páez Monges de Areguá, Py.

Horno Noborigama de la Asociación de Artesanos de Areguá, Py.

Alix y Edu Barreto en el Mercado 4, Asunción, Py.

Estenopeicas del casorio (26-2-20)

 

El chino Oscar

El chino se estaba fumando un pucho en la puerta de su local; llevaba el barbijo en el cuello.

–Todavía no llega pedido.

Tuvo que ir a cobrarle a un cliente.

Apoyó el pucho en el suelo, contra el marco de la puerta, se puso bien el barbijo y entró.

Realizado el cobro, volvió, agarró el pucho, se bajó el barbijo y siguió fumando.

–Más tarde mando mensaje, si falta.

Tengo el teléfono con un montón de audios, comprensibles en diferentes grados, a traducir en código y cantidad.

Queda claro que una parte de este trabajo se puede hacer por teléfono (o whatsapp), lo que comporta que en un futuro nada lejano podemos volvernos reemplazables por aplicaciones. Entonces salimos a la calle para demostrar nuestro «valor» (agregado). Los riesgos de salir por el riesgo de no salir más.

El rollo verde

Estenopeicas sureñas (Las Grutas, Puerto Pirámides y Parque Nacional Los Alerces) con un rollo presumiblemente vencido.

Parque Nacional Los Alerces (Chubut).

Salamone en Azul


El Parque Municipal Sarmiento y el Cementerio de Azul (Buenos Aires) diseñados por el arquitecto Francisco Salamone.

Volver a las calles del covid-19

Hoy, después de veinticinco días de luna de miel, y poco más de veinte de realizar satisfactoriamente las tareas desde casa, este humilde trabajador lácteo volvió a la calle, a la primera línea de fuego del mercado, a visitar súpers chinos de la cuarta zona más contagiada/osa de capital, (1º Balvanera, 2º Palermo, 3º Recoleta) a Núñez y Belgrano para que nadie se quede sin su yogur.

Mientras iba visitando los locales semivacíos, tuve que familiarizarme con el kit preventivo que me dio la empresa: con el barbijo (más los lentes de seguridad que encontré en casa), con los guantes de látex, y en qué momentos después de ciertas acciones debía usar el alcohol en gel (por ejemplo, antes de subir de nuevo al auto).

Una clienta me lo dijo muy claro: «¿Para qué venir? Tu empresa cabeza anda mal. Mejor llamar por teléfono en tu casa. Acá todo virus muy feo».

Guelson, el repositor haitiano, no llevaba el barbijo que habría, ni guantes, pero tuvo la prudencia de rascarse un ojo con el lado de adentro del buzo. Estaba preocupado porque la cuarentena no le impedía ir a trabajar, pero sí recibir una visita amorosa en el lugar que alquila. Merde, mon ami.

Toda la mañana vi un surtido desfile de máscaras, por no decir caretas, que me hizo acordar a la cantina de Star Wars, sobre todo en filas de paguefácil y rapigarpe (pagan lo que sea por salir). Y a la canción «Ojos sin rostro» de Billy Idol (no recuerdo que dirá la letra).

Volver a casa y todo el proceso de desinfectarme me resultó agotador: me gané una siesta.

Puños en alto en La Cultura del Barrio

Puños en alto
Muestra de fotos estenopeicas de boxeo.
Del 20 de diciembre al 31 de enero
en el Club Social y Deportivo La Cultura del Barrio
Murillo entre Thames y Serrano, Villa Crespo

Inauguración: Viernes 20 de diciembre de 20 a 24 hs.

Puños en alto

Uno, gestos de lucha. Dos, estar en guardia.

Una parte es física. Saltar la soga. Entrada en calor. Cambiás el aire. Estirás. Aumentar el alcance. Esforzás los músculos hasta que queman. Un toque de dolor. El sudor que limpia, la piel porosa. Cada quien, en pares, en grupo. Te alientan y te corrigen. Y estamos a punto para lo que venga.

Otra parte, técnica. Sombra: pelear con un oponente imaginario, con vos. Pulir las posturas. Siempre en movimiento, flexible. Equilibrio dinámico. Sacás precisos los golpes, con todo el cuerpo. Combinar. Reflejos, velocidad. Duplas de ataque y defensa, alternadas, recíprocas, cumpas que te ponen pillx. Practicar fintas, contragolpes: una coreografía improvisada de jabs, rectos, ganchos, pasos y esquives.

Constancia y reiteración. Hasta que se incorpora, saber encarnado. En cada cual y en todxs lxs que compartimos el mismo aire húmedo de aliento y transpiración, y charlas en los intervalos.

Y luego el combate libre. Pararse frente a frente, percibir con todos los sentidos. Medir destrezas. Cada cual aprovecha sus virtudes. Sabiendo que el adversario no te va a lastimar a propósito: a más experiencia o mayor fuerza, más cuidado de lxs otrxs. Pero te van a marcar los puntos débiles, hacer notar las zonas ciegas. La adrenalina de sentir el guantazo, y rearmarse, o contestar, embocar una justa.

Estas estenopeicas fueron tomadas en los últimos dos años, durante nuestras clases antifascistas de boxeo. En momentos de recuperar el aire, en un lugar donde, como en la vida, nada se queda quieto. Haciendo pruebas con la camarita, fueron saliendo fotos del gimnasio, de cumpas y profes, entre ejercicios o asaltos, al momento de vendarse, al fin del entrenamiento. A pulso, sin trípode, rollos ASA 100 ó 200, exposiciones de diez, quince segundos. Agitación de ambos lado de la cámara. El único espacio donde la luz da bien es arriba del ring, con sus alrededores callejeros: paredes que enseñan murales, banderas, afiches –Nunca seré policía–. Entonces pintó retratar a sus habitués, y hay quienes subieron a la lona mullida del cuadrilátero por primera vez para su foto.

Cada toma es una pequeña performance, condensada en un fotograma. Una escena de ficción, un simulacro de quietud, en el que cada persona hace de sí misma, y se la reconoce por su postura, su ropa, su pelo, o se la imagina: una de lxs nuestrxs, semejante, diferente. La toma tiene similitudes con el primer momento de estar en la pelea frente a la incógnita de lx otrx, con una premisa en común­ –contra todo prejuicio– y la complicidad del tiempo compartido, en el que, entre golpes y abrazos, vamos ganando en empatía, confianza, afecto, compañerismo, solidaridad. Estas fotos conjugan boxeo y fotografía, dos formas de conocimiento y de entrenar la percepción.

Fernando Aíta

–Sí, una parte es física: saltar la soga, entrar en calor, cambiar el aire. Sudar, encontrarse con los límites del propio cuerpo, con los puntos ciegos de nuestras ideologías.

Otra parte es técnica: pelear con un oponente imaginario, con vos mismo. Flexible, armar duplas de ataques y defensas. Escuchar, ver al otro, coreografía argumentativa: percibir los discursos programados, los propios, los ajenos, velocidad para no caer en el sentido común, sorprender con una figura impensada para no ser otra vez el producto de la fábrica de sujetos capitalista.

Constancia y reiteración. Saber encarnado, incorporar, cansados y doloridos, un saber que nos modifique el cuerpo y la cabeza.

Y luego el combate. Libre. O todo lo libre que podamos ser. Pararse frente a frente, cada cual en su lugar, en el gimnasio, en la escuela, en la calle. Cuidando incluso al enemigo. La adrenalina de sentir el guantazo y contestar: No al especismo, a la loca creencia de que la especie humana es superior a cualquier otro animal, no al racismo, no al patriarcado. Tomar aliento: no a la discriminación. Una piña a la heteronorma. Embocarle una justa al machismo. Rearmarse y con precisión dar en el centro del aparato represivo. Marcarle los puntos a la xenofobia. Respirar, siempre respirar, y a pesar de los muertos, de los desaparecidos, volver al combate.

Alejandra González

Agradecimientos
Muchas gracias a todas las personas que se acercaron a ver la muestra.
Quiero agradecer a La Cultura del Barrio por el espacio y por todo lo bueno que pasa ahí, y a mis compañer_s y profes que se coparon en las fotos y apoyaron para que la muestra ocurra: muy contento de haber conocido el club y de los dos años que llevo entrenando.
Gracias especiales a Guillermo Meza, que me ayudó a editar las fotos, hacer los afiches, pósters y stickers.
Gracias a mon amour Alix con quien hicimos el montaje y me acompañó en muchas decisiones.
A Alejandra González por el diálogo con el texto de la muestra.
Muy feliz de compartir esta experiencia, y festejarla como se merece.

Segundo Acampe Poético en Ayacucho

Fui a leer algunos de los Poemas para no ir a trabajar al Segundo Acampe Poético, en Ayacucho, provincia de Buenos Aires.

Glorioso fin de semana en el Club Juventud Unida y en el espacio cultural La Vieja Usina.

Protagonizado por:
Alelí Manrique, Anahí Mallol, Andrea López Kosak, Andrés Montenegro, Ariel Bermani, Bruno Di Benedetto, Carlos Aprea, Carolina Esses

Con la actuación estelar de:
Carolina Riccio, Cristian De Nápoli, Daniel Martinez, Dante Sepúlveda, Diego Bentivegna, Diego Rosake, Fernanda Mugica, Fernando Aíta, Flor Codagnone

Muchas gracias a Martín Mureu y Cipriano Lavalla por la invitación.

Y acá algunas estenopeicas del acampe:

Presentación de Poemas para no ir a trabajar

JUEVES 17 de enero
de 19:30 a 22:00 hs.
se presenta el libro

POEMAS PARA NO IR A TRABAJAR
de Fernando Aíta

en LA LIBRE
(Bolívar 438)

Charlas, lecturas, brindis y músicas
para no ir a trabajar.

Acá una foto estenopeica de antes de comenzar:

Y acá algunas de las palabras y lecturas:

Y acá va una lista de «Músicas para no ir a trabajar»:

«Vuelta manzana» en el Museo Urbano del Clínicas

El viernes 24 montamos en el Museo Urbano del Hospital de Clínicas una «Vuelta manzana»: son doce fotos estenopeicas color que saqué en los alrededores del hospital, más un texto y una cámara.

Nuevamente, muchas gracias a Francisca López por ayudarme con la selección, edición e impresión de las fotos (las copias de algodón lucen muy bien).

Muchas gracias a Marcela Oliva por el montaje: llegué con una idea que se modificó en la charla, y con la nueva disposición el conjunto ganó en fuerza. Además aprendí alguno trucos del oficio. Y muchas gracias también a Cris Avalle por la observación atenta y las fotos.

La vitrina está en el primer piso de la entrada por calle Paraguay: pueden pasar cuando quieran.

En la página de Museo Urbano hay varias fotos y los textos.

Y acá pueden ver algunas imágenes:

Nueva York nevada

MoMAPS1 estenopeica pinhole nieve snow

Queens estenopeica pinhole nieve snow

Queens estenopeica pinhole nieve snow

Central Park estenopeica pinhole nieve snow

Más fotos estenopeicas de New York acá y acá.

Flashes de Nueva York

Prospect Park estenopeica pinhole
Central Park estenopeica pinhole

Subway NYC Metro estenopeica pinhole

Guggenheim ArtAfterDark estenopeica pinhole

Times Square estenopeica pinhole

Más fotos estenopeicas de New York acá y acá.

Selección para el Museo Urbano 2017

Fui seleccionado por el Museo Urbano para mostrar fotos estenopeicas en la sala del Hospital de Clínicas durante el 2017.
Próximamente más novedades.

Cataratas estenopeicas