Grafitis furgoneros

Locomotora en llamas por el Polaco de Conty

Por trabajo, estuve recorriendo en bicicleta el conurbano sur, y tuve la suerte de viajar en los furgones de la Línea Roca: entre Avellaneda y Don Bosco, Bernal, Quilmes, Ezpeleta, Berazategui, Sourigues o Hudson, a la ida, por las mañanas, y a la vuelta, cerca del mediodía. Mientras compartía charlas con compañeros momentáneos y recurrentes, fui recopilando algunos grafitis.

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El tren es como una cuadra en movimiento que avanza de barrio en barrio, y el furgón, una esquina constante. Detrás de la locomotora o al final de la formación, es un lugar aparte del tren, un punto de reunión.
Funcionalmente, está pensado para llevar las bicicletas (y carritos para cartonear). Así es en las horas pico, cuando se rebalsa: el que no está en bici no tiene cabida. Pero el resto del día o de la noche, es también como un patio al que se sale a fumar o tomar aire, a escabullirse de los pica-boletos, a encontrarse con gente. Y por momentos tiene algo de zona liberada (o «temporalmente autónoma»).
En las paredes del furgón, escrachadas hasta el techo, con rayaduras, fibrones o aerosol, se graban frases y dibujos con estéticas e ideas tan diversas, consonantes o contradictorias, como los pasajeros y las pasajeras que ahí coincidimos durante equis estaciones.
Furgón del Roca

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